sábado, 28 de noviembre de 2009

¿A dónde vas, corderillo?

¿A dónde vas, corderillo?

¿A dónde vas, corderillo, lejos de tu verde pasto,
a dónde, si eres tan casto y aún eres un chiquillo?
Mi pastor a un cuchillo me vendió de carnicero,
llora muy alto el lucero, llora en el prado la fuente...
no llora el hombre cadente que me lleva al matadero

Pastor de ovejas y estrellas, que con tu silbo las llamas
y en el campo las derramas entre las flores tan bellas,
¿cómo luego las degüellas? ¿cómo matas al cordero?
¿cómo cambias por dinero los que paciste en el prado?

Y pregunta mi penar, al rocío y las encinas,
a las flores y colinas, si el amor puede llorar.
Y vuelven a preguntar, mis labios en triste arrobo
si ese pacer no es un robo...
Y oigo un rumor acerado: "mato porque soy, del prado,
a la vez pastor y lobo"

No comas, mortal, corderos, ¡ay los pobres animales!
Hombres, no seáis carnales, dejad ya los mataderos.
¡Oh si fueseis jardineros de los campos de este mundo,
qué cambio, Dios, más profundo,
¡cuántas rosas, cuántos lírios!
¡OH QUÉ AUSENCIA DE DOLORES, QUÉ AMOR TAN BELLO Y PROFUNDO!




Profundo poema que ilustra aquello que pienso. Cómo ver nacer, criar, alimentar, cuidar y mimar cada día a animales inocentes, de tanta pureza y ternura como un corderillo apenas llegado a este mundo, y poder clavarle el cuchillo en la garganta para venderlo como carne. Cómo ignorar esa mirada suplicante, que traspasa el corazón, para obtener un plato de carne. El cordero fue el primer animal que dejé de comer, lo veía tan puro, tan inocente, incapaz de hacer daño. Pobre cordero, engullido en cada cena de navidad, pobre cordero